Quebrada la tierra y débiles las raíces, el árbol optó por desprenderse y volar con cada una de las pequeñas hojas que arrastraba el viento.
El desarraigo es una conciencia que flota entre rostros anónimos. Un veneno lento que se filtra por cada ausencia y silencio.
Si todas tus cicatrices dibujan un mapa que tan solo tú puedes reconocer...
tal vez, sea hora de abrazar al Mundo.